Los jóvenes no tenemos una historia aparte. La historia de los jóvenes es la historia de todos. Pero nos gusta abrir la ventana de la historia descubriendo a los jóvenes que la fueron haciendo. Es una forma distinta de mirar lo mismo, un lente diferente. Podemos encontrarlos ahí y descubrirnos en ellos. Reconocer partes nuestras en esa historia, y sumarle lo propio.
Mirar la historia desde la perspectiva de los jóvenes nos permite una implicancia diferente, una interpelación constante, un juego de espejos, reflexiones y reflejos entre los jóvenes de hoy y los de ayer. Entre lo que fue y lo que quiso ser. Entre los que fueron y los que son. Entre ellos y nosotros. Entre lo que queremos ser y lo que supimos construir.
La historia de los jóvenes no es otra cosa que pensarnos a nosotros a mismos, como sujetos históricos y ciudadanos concretos, aquí y ahora, con memoria y con proyectos.
Mirar la historia desde la perspectiva de los jóvenes nos permite una implicancia diferente, una interpelación constante, un juego de espejos, reflexiones y reflejos entre los jóvenes de hoy y los de ayer. Entre lo que fue y lo que quiso ser. Entre los que fueron y los que son. Entre ellos y nosotros. Entre lo que queremos ser y lo que supimos construir.
La historia de los jóvenes no es otra cosa que pensarnos a nosotros a mismos, como sujetos históricos y ciudadanos concretos, aquí y ahora, con memoria y con proyectos.
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